sábado, 27 de diciembre de 2008

"Grand Jetté", por Alice Darramón

La foto fue tomada cuando Alice practicaba su "Grand Jetté" en el jardín de la Escuela, durante el tiempo de descanso entre clase y clase, según nos relata su compañero de estudios Ariel Antunes.
Ella alternaba sus estudios en la Escuela Superior con prácticas extenuantes para lograr los mejores resultados en la danza, arte que sentía por entonces como un gran desafío y una meta por alcanzar. Años más tarde problemas de salud le impidieron seguir con su proyecto y tuvo que abandonar la danza.
Su vocación por el arte del espectáculo la llevó a explorar en diversas líneas, incluyendo la música a la que le dedicó once años de estudios de violín.

ATTILA, Máscaras


ATTILA , ópera de Giuseppe Verdi . Dirección musical: Javier Logioia Orbe. Puesta en escena, escenografía y vestuario: Marcelo Perusso. Iluminación: Rubén Conde. Reparto: Homero Pérez-Miranda (Attila), Omar Carrión (Ezio), Mónica Ferracani (Odabella), Arnaldo Quiroga (Foresto), Emanuel Esteban (Uldino), Christián Peregrino (Papa Leone I). Orquesta y Coro de BAL. Director de coro : Juan Casasbellas.
MASCARAS: Marcelo Perusso propuso que durante la escena de la Fiesta se realizara una representación teatral a cargo de actores que parecieran griegos, con máscaras, que debían representar a Attila, Foresto; Odabella y Ezio. Me encargó el diseño y la realización de estas máscaras que se ven en las fotos.

Attila - Buenos Aires Lírica 2008



ATTILA , ópera de Giuseppe Verdi . Dirección musical: Javier Logioia Orbe. Puesta en escena, escenografía y vestuario: Marcelo Perusso. Iluminación: Rubén Conde. Reparto: Homero Pérez-Miranda (Attila), Omar Carrión (Ezio), Mónica Ferracani (Odabella), Arnaldo Quiroga (Foresto), Emanuel Esteban (Uldino), Christián Peregrino (Papa Leone I). Orquesta y Coro de BAL. Director de coro : Juan Casasbellas.

Sobre diseño de Marcelo Perusso y la Coordinación de Vestuario a cargo de Mabel Falcone nos ocupamos de la realización de elementos y decoraciones del vestuario, con la participación de docentes y estudiantes de Artes del Teatro-Escenografía de la USAL: Josefina Lettieri; Adriana Belli; María Inés Beitía: Mara Marciulionis; Dora Brizuela; Corina Píccola y Nadia Ponti.

Rodolfo Franco en el diario LA NACION de Buenos Aires


Rodolfo Franco en el diario LA NACION

LA NACION- Domingo 27 de junio de 1954

Dejó de existir Ayer el Pintor Rodolfo Franco

Hondo sentimiento de pesar suscita en los círculos artísticos y docentes el fallecimiento del pintor Rodolfo Franco, que acreditó en su fructífera existencia relevantes condiciones en la pintura, el grabado y la escenografía.
Nació el destacado artista en esta capital el 15 de febrero de 1890, demostrando desde muy temprana edad su decidida vocación. A los 20 años se trasladó a Europa, donde profundizó sus estudios en la Academia Vitti, de parís, y con el grabador Edouard Léon. Más tarde en España, estudió con Anglada Camarasa , de quien aprendió la sutileza de las gamas y la conjugación de los tonos. Viajó, después a España, encontrando en Sevilla y Mallorca frescos motivos para su inspiración. De regreso al país, pueso sus íntimos conocimientos de la materia plástica al servicio de un arte nacional: se adentró en el espíritu norteño y lo describió sagazmente en “Feria en el valle”, “Procesión” y “Abra Pampa”. Su obra fue estimada, y en 1922 su tela “Renovales” fue premiada en el Salón Nacional y en el Municipal. Participó además en numerosas exposiciones colectivas y presentó algunas individuales, destacándose como consumado colorista. Supo, además, infundir al mismo tiempo a sus telas un sentido lírico, que a veces adquirió el multiforme resplandor del esmalte. Sus cuadros “Eulalia” y “San Hermenegildo”, adquiridos por el Museo Nacional de Bellas Ares, lo mismo que “Femme en blue”, “después de la nevada” y “Feria rusa”, se singularizan por su riqueza de color y por su acentuada expresión. Su serie de aguafuertes sobre motivos sevillanos fue extensamente comentada en España, sobre todo por el vigor interpretativo de “El garrotín”, “Parador de los amoladores” y “Patio de Triana”.
En la docencia, desde sus cátedras en la Escuela de Artes Decorativas y de la Escuela Superior de Bellas Artes, alentó la vocación de numerosos artistas jóvenes, y desde la dirección escenográfica del teatro Colón cumplió una intensa labor, fundando el taller de escenografía de nuestro primer coliseo, que dirigió desde 1925 hasta 1931. Entre sus trabajos de este carácter se recuerdan “tabaré”. “Ollantay”, “Petruschka”, “El amor brujo”, “Sadko” y “Flor de Irupé”, así como también el de “Tristán e Isolda”, que efectuara para el teatro Municipal de Río de Janeiro. Fue también, durante muchos años, director escenógrafo del teatro Odeón, y contribuyó al éxito de los más celebrados conjuntos extranjeros que ocuparon ese escenario.
Entre sus pinturas murales deben citarse, igualmente, las que realizó para los Ferrocarriles del Estado, el subterráneo Chadopyf y el pabellón argentino de la Exposición de París.

Rodolfo Franco


Nota publicada en el diario LA PRENSA con motivo de su fallecimiento
27 de junio de 1954


Falleció ayer en esta Ciudad
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El pintor Rodolfo Franco, que falleció ayer en esta capital, sumaba las condiciones propias del artista fino, evidenciadas en una obra de perdurable calidad, con las de un caballero cuya simpleza y cordialidad le valieron el afecto de cuantos lo trataron.
La vida entera de este pintor inteligente, de este sagaz estudioso, estuvo consagrada a la realización de una obra que hoy, cuando nuestros círculos vinculados a las actividades del espíritu deploran su desaparición, exalta su personalidad con nobles relieves.
Rodolfo Franco nació en Buenos Aires en el año 1890. Atraído desde muy joven por el arte completó su formación plástica que había iniciado en la Academia Vitti de París. También siguió en la Cuidad Luz los cursos de grabado de Edouard Léon. Cuando regresó a su patria lo hizo con un bagaje que lo destacaba entre quienes se dedicaban aquí a esas tareas sutiles. No es raro, pues que sus servicios fueran solicitados sucesivamente por importantes centros docentes, pues se conocía la eficacia de su preparación. Fue profesor en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de la entonces Ciuda de La Plata; en la Escuela de Artes Decorativas de la Nación y en la Escuela Superior de Bellas Artes, donde tuvo a su cargo la cátedra de escenografía. Paralelamente con esas funciones, que lo decoraron a lo largo de su vida con un prestigio cimentado en la solidez de sus conocimientos, Rodolfo Franco desempeñó una serie de tareas que contribuyeron a realizar su labor artística. Miembro de la Comisión Nacional de Bellas Artes de 1942 a 1945 y director escenógrafo del teatro Colón, desarrolló una obra cuya trascendencia perdurará largamente. Al frente de nuestro gran coliseo, Franco se señaló como un esteta de singular inventiva. Operas y "ballets" le deben creaciones raras y hermosas, en las que se trasunta su compenetración con los ilustres temas clásicos y con las audaces composiciones de los maestros actuales. Eso hubiera bastado para que Rodolfo Franco ganara una jerarquía espiritual innegable firmeza. Si agregamos su acción al frente de la dirección escenográfica de los teatros municipales brasileños de Río de Janeiro y San Pablo, la que cumplió en decoraciones tan sobresalientes como la del Pabellón Argentino de la Exposición de París, en 1937. Y la que, como pintor, le hizo acreedor en nuestros principales salones a altas recompensas, se comprenderá que el artista que ayer dejó de existir ocupara un puesto descollante dentro de las manifestaciones plásticas argentinas. Rodolfo Franco lo ganó merced a su calidad excepcional. Con el desaparece un maestro de ejemplar dignidad, un hombre que se entregó generosamente, plenamente, a la labor que llevaba acabo y cuyos afanes redundan en beneficio del arte de nuestro país, privado hoy, por su muerte, de un guía seguro y diestro.